Nunca entendí cuando decían que a veces el silencio es la mejor respuesta.
Siempre pensé, '¡pero hay que decir lo que pensamos siempre! ¿Sino cómo me entienden, cómo me expreso?'
Hoy, asumo que más vieja ya, entiendo esa frase.
Más que el silencio, es la correcta distribución de la energía de uno.
Siempre me han dicho que soy luchadora, desde que tengo 4 años, y creo que más que serlo, me lo creí. No dejé de luchar por mí, mis opiniones, mis propios ideales, mis ideas, mi concepto del mundo y cómo debería ser, no dejé de luchar por ser yo, por ser genuina.
En este crecimiento, en la vida que me tocó y las acciones que ejercí las cuales me hacen y componen, me doy cuenta que a veces hay que callar, hay que ceder, hay que amoldarse, es parte de la humildad que hay que cosechar al ser una sociedad humana. Son pocas las veces que callo porque me gana ese fuego de la verdad que sale del alma cuando hablas de tus ideales, pero lo he aprendido a hacer.
Hoy ya no veo que callar en alguna discusión sea sumisión o cobardía, entiendo que callar en momentos oportunos evita una confrontación mayor.
Antes yo quería solucionar las cosas en el acto, en mi inmadurez o precocidad, no lo sé. Hasta recuerdo que no toleraba el silencio incomodo, quería llegar a una conexión telepática para conocer a la persona en cada pensamiento, llegar a un tipo de conexión superior casi como superponerme en su ser por un instante y tener un atisbo de qué y como es que pensaba aquella persona. Creo que era un tipo de necesidad empática. [pienso que tal vez los aliens tengan eso.] Definitivamente mi motivación no era bélica.
Recuerdo que con el tiempo aprendí que habían personas con ideologías muy diversas, y que ya se habían forjado de una manera que no iba a cambiar, y que no todo es blanco, negro o rosa. Aprendí que ya no tenía que concordar, puesto que cada persona tiene derecho a hacer y pensar de acuerdo a su preferencia.
Sobretodo en la Universidad aprendí en cierto modo a amar a mis amigos y sus contrastes como seres humanos, me contentaba sabiendo que cada uno tenía derecho a su propia opinión y me encantaba cuando lo ejercían. Ensalzaban de algún modo cierta monotonía que se plasmaba en mi vida, de "lo correcto y establecido" con lo que fui educada, y que también me encantaba de mí misma.
Retomando sobre el "silencio", hoy, hay veces que callo, decido y quiero hacerlo, por un bien mayor, porque entiendo que somos seres emocionales y que a veces es mejor dejar que el otro se despeje o despejarnos nosotros.
Hay cierta belleza en ello, cierta dignidad, madurez, es un tipo de respeto donde impera la concordia que el tener la razón.
A veces el fondo es importante, pero para llegar ahí hay que tallar la forma.
A veces el ceder del silencio significa, "dejaré que te des cuenta"[paciencia], "no concuerdo, callaré y me cuestionaré nuevamente a ver qué pienso"[pertinencia], "tal vez tienes razón"[humildad]. Significa muchas cosas y entre ellas, significa respeto, aprecio hacia el otro, todo ello derivado del amor, de ese mundo mejor.
Obviamente no promovería ser una persona sumisa, y cualquier tipo de amolde o encaje hacia los deficits o desatino de otra persona es algo que no podría recomendar. No lleva a nada bueno ceder ante alguien cuando es egoísta por citar un ejemplo. Y no sólo digo esto por decir, sino por experiencia.
Hay personas que nos pulen. Con las que crecemos, incluso enormemente, y es duro aceptar que no son para nosotros. Hay personas que tal vez hemos querido amar y seguramente hubiésemos podido pero a costa de mucho dolor, lamentablemente. Sencillamente porque hay una verdad que cabe recalcar: uno debe buscar a alguien que calce con uno.
Cada día me convenzo que habrán personas que amaremos cuando lleguen, sufriremos cuando se vayan, protestaremos, pero tal vez Dios pone en ellas la fuerza y voluntad que a veces nos hace falta a nosotros, porque amamos demasiado y porque siempre queremos lo mejor y lo vemos posible. Cuando el querer y el sentir están calibrados.
Hay que elegir bien nuestras batallas. Batallas que traigan un bien mayor, paz. A veces hay que guardar nuestra preciada energía no para alguien, ¡para nosotros mismos! y hay que dar el ejemplo tan sólo callando.
El silencio es un arma que se entiende con humildad, se utiliza con inteligencia, se domina con autocontrol y se alcanza con madurez.