Caminando por los altibajos del cemento
luego cambiado por ladrillos opacos
viendo tantos comercios y tiendas.
El frio limeño
Conquistadores
Mi avenida preferida
Tal vez tendría que ver con el hecho que colinda con el Hotel donde nos hospedamos por casi 2 meses al haber llegado de Bogotá.
Siempre me gustó San Isidro.
Estaba lleno de sorpresas
En mi adolescencia auguraba que mis lugares favoritos serían los que te sorprenden al voltear una esquina
O aquellos que iluminan una lúgubre calle, dándole sentido a la vida o al camino
Me recuerdo andando feliz
Sintiéndome libre
En paz
Saludando a los porteros alegres de estar al servicio del público
El mundo tenía sentido
Con alegría, tiene sentido
Pasaba por la Santa Maria, La Niña y me preguntaba dónde estaría la pinta
Tal vez ya estaría en las calles
Recordaba que Lima había sido una ciudad colonial
Más marcada de lo que yo prefería
Siempre hubo cierto clasismo
El discriminado transformó su vergüenza o frustración en aspiracionismo
y con ello tornó su balanza moral hacia el utilitarismo.
Siempre tan egoístas
Nada colectivos
Por ello somos tierra de nadie muchas veces, donde imperan los intereses personales.
Sí, siempre en mis caminatas me sumergía en mis pensamientos
Buscando cómo ser mejores como sociedad
Porque había visto mejor
I knew better
La educación y cortesía bogotana sólo la encontraba usualmente en San Isidro.
Me sentía un tanto en casa ahi.
Aunque mi casa siempre fue el mundo, que no extrañaba,
porque ese mundo estaba dentro de mí.
Fantaseaba también con abrir una tienda o pastelería en un local que he visto permanentemente cerrado por estos casi 18 años.
Al comentarle a mi madre mi sueño,
inmediatamente llegaban mil peros y obstáculos.
Mi sueño cesaba porque en principio requería sus habilidades de repostería.
Recuerdo mi iPod y sus 300+ canciones.
Extensiones mías, palabras en melodías que contenían quien era o quería ser.
A veces me convertía en melodía, era la quinta sinfonía, era un violín triste pero profundo, era un cello fuerte e impulsivo.
Como si sintiese el viento de la batuta de la vida. De la vida misma dirigiéndome, hablándome.
Un conjunto bendito que me llevaba a los pies de Nuestra Señora del Pilar.
En la música clásica fue donde reconocí mi profundidad reflejada.
Momentos de contemplación
Cuántos no habremos visto ese altar barroco inflándose.
Preguntándonos por qué Jesus ha sido colocado abajo, tan pequeño.
Mi respuesta es que hoy, concordantemente a los tiempos modernos, la iglesia se centra en la celebración de la vida.
Le pedía a Dios estar lejos del pecado,
y me avergonzaba porque sabía que no se puede vivir una vida plena sin ensuciarse
y que con los años en mi exploración, se volvía más probable que lo haga
Le pedía que me guie
Hablábamos tanto... mi corazón hablaba mucho.
Al irme, me despedía al salir de su casa con una reverencia.
Le volvía a saludar al girar hacía la calle, porque sabía con regocijo que estaba ahi.
Está en todos lados.
He caminado tanto por esa avenida que ya no recuerdo si era volviendo de la universidad o patinando a mi primer trabajo en esa tienda de vestidos de fiesta; que es más memorable para mí, hoy.
Son todos esos momentos, memorables
Conquistadores me ha conquistado y yo me he dejado arrastrar incluso hasta el olivar.